Soltería involuntaria
Un famoso psicoanalista alemán, Erik Erikson, propuso a mediados del siglo XX una teoría del desarrollo basada en la idea de que los seres humanos pasaban por ciertas etapas, cada una caracterizada por tareas y preocupaciones que era necesario resolver antes de pasar a la siguiente.
Desde esa perspectiva, un hombre o mujer en sus 20’s debía por ejemplo empezar a independizarse de sus padres, explorar las relaciones personales íntimas, terminar exitosamente sus estudios y seleccionar a un compañero o pareja, para estar en condiciones de empezar siquiera a resolver los problemas de la década siguiente, como adaptarse a los cambios fisiológicos de la mitad de la vida o consolidarse económicamente.
Por supuesto, no se trata de imponer una estructura de desarrollo rígida sobre algo tan complejo como la experiencia vital, pero sí podemos usar esa teoría como apoyo para responder preguntas sobre la normalidad (estadística) de ciertas conductas. Otro factor importante es el entorno de cada persona: las costumbres maritales difieren considerablemente por ubicación geográfica, nivel de desarrollo cultural u otras causas.
En ese orden de ideas, llama la atención la presencia cada vez más frecuente de personas que buscan pareja sin éxito o dicen estar esperando a que la persona indicada llegue a sus vidas. Lo curioso es que para esa búsqueda, que está obviamente regida por la realidad, confíen en herramientas que tienen más que ver con la magia y la fantasía, que con el desarrollo de habilidades sociales que les permitan concretar sus objetivos. No sólo eso: a menudo, detrás de especiosas ideas sobre la conveniencia de estar soltero, todo lo que se oculta es depresión y sentimientos de inseguridad.
Toda persona puede encontrar una pareja si se conoce a sí misma, es honesta respecto de sus objetivos, está en contacto con la realidad y se esfuerza por obtener lo que quiere, cultivando las habilidades que le permitan obtenerlo.