Autodestructividad: llevar al enemigo sobre los hombros.
El acto máximo de autodestrucción es el suicidio. Sin embargo, por cada persona que se destruye de manera directa, hay 10 o 20 que lo hacen indirectamente, convirtiéndose en los verdugos de un lento proceso que acorta sus vidas.
Por supuesto, en el suicidio se admite el impulso de morir mientras que en el comportamiento autodestructivo ese impulso permanece inconsciente (lo que hace más difícil reconocer que podría necesitarse ayuda). No sólo eso: con frecuencia, el sujeto cree que sus conductas obedecen a valores genuinos, como la obtención del verdadero placer de la vida o algo semejante, lo que hace más difícil erradicarlas.
Entre las principales conductas autodestructivas podríamos mencionar las siguientes:
1.- Alcoholismo, drogadicción
2.- Negativa a seguir las instrucciones médicas en caso de enfermedad
3.- Sufrir “accidentes” con frecuencia
4.- Ubicarse en situaciones humillantes (sentimentales o de otro tipo)
5.- Practicar actividades peligrosas sin necesidad
6.- Excesiva severidad con uno mismo (dietas excesivas, ejercicio que lesiona, etc.)
Las causas de estas conductas pueden ser diversas: un sentimiento de culpa que demanda castigo, el deseo de lastimar a otros mediante la propia destrucción, la falta de un sentido de la vida, la percepción de que enfrentamos problemas irresolubles, etc.
En Psicoterapia tratamos de conocer las razones inconscientes de la conducta autodestructiva para mostrarlas con claridad al paciente, quien normalmente puede desafiarlas una vez que se han hecho conscientes.